La razón para el sobrepeso es muy a menudo malinterpretado el sentido del apetito, mientras que nuestro cuerpo está pidiendo agua. Sentirse sediento y hambriento está regulado por el cerebro. Es un cuerpo que funciona sin interrupción, procesando información incluso durante el sueño profundo. La tarea del cerebro es también coordinar el trabajo de todo el organismo. Para tales tareas importantes, el cerebro utiliza enormes cantidades de energía, por lo tanto recibe hasta el 20% de la sangre que circula en el cuerpo. El cerebro utiliza dos mecanismos para satisfacer sus necesidades energéticas. En primer lugar, desde el metabolismo y la descomposición de los alimentos hasta los azúcares simples. En segundo lugar, desde el suministro de agua y el intercambio de energía hidroeléctrica. La parte frontal del cerebro funciona con energía hidroeléctrica y se deriva de la glucosa contenida en la sangre. La demanda de la primera es más importante, no solo por la producción de energía a partir del agua, sino también por el sistema de microtransporte, para el cual se necesita aún más agua. Por lo tanto, los sentimientos de sed y hambre se generan simultáneamente para señalar las necesidades del cerebro. El deseo no se reconoce, por lo tanto, ambas señales se interpretan juntas como una compulsión de comer. El cuerpo recibe alimento mientras que debe recibir agua. La razón por la cual es tan fácil ganar peso es simple: comemos para suministrar al cerebro la energía necesaria para su trabajo constante. Solo alrededor del 20% de los alimentos consumidos se “entregan” al cerebro. El resto, no utilizado por los músculos y otros órganos, se depositará en forma de tejido adiposo. Si utilizamos agua en lugar de alimentos sólidos como fuente de energía, el cuerpo no tiene nada que dejar de lado. El exceso de agua se excreta en forma de orina.